Las enfermedades cardiovasculares son, en la mayoría de los casos, el desenlace final de los ataques a que se ve expuesto el cuerpo humano durante años desde múltiples frentes; colesterol, tabaco, alcohol, sustancias tóxicas, grasa abdominal, estrés, y como no, la hipertensión arterial (HTA), y después de resistir varias décadas, llega un momento en que el cuerpo no aguanta más y claudica con un infarto de miocardio.
Entre todos los ataques, los más peligrosos son los que vienen de la hipertensión. Según la OMS la hipertensión arterial es el factor de riesgo que más muertes causa en el mundo, siete millones de muertes anuales.
La hipertensión arterial es llamada la asesina silenciosa, y sin embargo, quien la padece, no le da la importancia que merece, ya que pocas veces interfiere en su vida diaria, no les causa molestias, pero es una enfermedad traidora que no se delata con síntomas evidentes, por lo que la mayoría de las personas no la ve como un motivo para ir al médico.
¿Qué es la Hipertensión Arterial ?
La tensión arterial es la presión con la que la sangre circula por el interior de las arterias. O, dicho de otra manera, la presión que la sangre ejerce sobre la pared de las arterias.
Cuando nos tomamos la tensión, se registran dos valore; la máxima y la mínima. Los valores se expresan en milímetros de mercurio (mm/Hg), porque esta es la altura a la que se elevaría una columna de mercurio si se la empujara con la misma presión (por ejemplo 130/90 significa una máxima de 130 y una mínima de 90, y a veces se dice también 13/9 que es el mismo valor dividido por diez y significa exactamente lo mismo)

La máxima, lo que llamamos presión sistólica, corresponde al momento en que el corazón se contrae y expulsa sangre a presión. La mínima, o presión diastólica, corresponde al momento en que se relaja entre dos contracciones.
¿Cómo se regula?
Los vasos sanguíneos
Sin embargo, no sólo el corazón determina los valores de la presión arterial, si no también y de manera muy importante, es el estado de los vasos sanguíneos periféricos, como las arterias que nutren los músculos de las piernas o las vísceras del abdomen. Cuando las arterias están dilatadas, la sangre puede circular a poca presión. Pero cuando las arterias se contraen, la presión aumenta.
Este papel regulador de los vasos sanguíneos periféricos es lo que explica que las personas mayores tengan la tensión más alta que los adultos jóvenes ya que, con la edad, los vasos sanguíneos pierden poco a poco la capacidad de dilatarse.
También son los vasos sanguíneos periféricos los que explican que el alcohol, el tabaco, el café o el estrés hagan subir la tensión, pues todos ellos son poderosos vasoconstrictores, lo que significa que estrechan las arterias y obligan a la sangre a circular a más presión.
Los riñones
Los riñones también son un gran regulador de la tensión arterial, pues controlan el volumen de agua que hay en la sangre. Cuanta más agua circule, mayor es la presión, por lo que cuando hay un exceso de agua, los riñones la eliminan en forma de orina. Y al revés, cuando hay falta de agua en la sangre, los riñones la retienen.
Aquí es donde entra en escena la sal que, al retener agua, incrementa el volumen de la sangre y eleva la tensión
Riesgos de la hipertensión

El cuerpo humano dispone de mecanismos para adaptar la tensión arterial a las necesidades de cada momento. Cuando dormimos, por ejemplo, las paredes de los vasos sanguíneos se relajan y la tensión es mínima. Cuando nos levantamos, los vasos de las piernas y el abdomen se contraen rápidamente para elevar la tensión y evitar que el cerebro y el corazón queden privados de sangre. Y cuando hacemos ejercicio, los vasos también se contraen para poder suministrar más oxígeno a los músculos.
Pese a que estos mecanismos son muy sofisticados, no son perfectos y no evitan que la tensión se eleve en ocasiones a cotas peligrosas. En estos casos, la sangre que circula a alta presión deteriora poco a poco la delicada pared de las arterias, lo que se denomina el endotelio, de manera que la arteriosclerosis se agrava en toda la red de arterias del cuerpo humano y puede tener consecuencias nefastas en órganos especialmente sensibles como el cerebro, el corazón, los riñones o los ojos.
¿Cómo afecta la presión arterial al cerebro?
Cuando las arterias se vuelven rígidas y estrechas, el riego sanguíneo resulta insuficiente y provoca la aparición de infartos cerebrales (ictus o accidente vascular cerebral isquémico). La elevación de la presión arterial también puede causar la rotura de una arteria y ocasionar una hemorragia cerebral (ictus o accidente vascular cerebral hemorrágico).
La lesión de estos pequeños vasos en el cerebro puede causar lesiones que de manera aislada son poco importantes, pero que una tras otra, a lo largo de los años, acaban haciendo estragos y llevando a la demencia senil.
¿Cómo afecta la presión arterial al corazón?
De manera similar, la ruptura de una pequeña pared de una arteria por la acción mecánica de la sangre que circula a alta presión puede obturar una coronaria y causar un infarto.
Si no llega el infarto, de todos modos, la hipertensión arterial obliga al corazón a hacer un sobreesfuerzo, ya que tiene que bombear la sangre con más energía para superar la resistencia de los vasos sanguíneos periféricos, lo que puede acabar degenerando en una insuficiencia cardiaca
¿Cómo afecta la presión arterial a los riñones?
La hipertensión arterial causa rigidez en las arterias que suministran la sangre a los riñones. Pero también perjudica al propio riñón, lo que puede desembocar en una insuficiencia renal que incluso requiera diálisis. Por otro lado, si el riñón resulta dañado se puede producir un aumento de la presión arterial.
¿Cómo afecta la presión arterial a otros órganos?
- Si afecta a las arterial de las piernas causa dolor al caminar
- Si daña las arterias de la retina provoca alteraciones en la visión
- En los hombres puede ser causa de impotencia
¿Cuáles son los niveles normales de presión arterial?
- Presión arterial normal. Los niveles máximos de presión arterial sistólica (máxima) están entre 120-129 mmHg, y los de diastólica (mínima) entre 80 y 84 mmHg. Cifras más bajas también pueden considerarse normales, siempre que no provoquen ningún síntoma.
- Presión arterial normal-alta. Las cifras de presión arterial sistólica (máxima) están entre 130-139 mmHg, y las de diastólica (mínima) entre 80-89 mmHg. En personas diabéticas, los niveles superiores a 140/85 mmHg también se consideran altos.
FACORES DE RIESGO
En el 95% de los casos se denomina Hipertensión esencial, porque no se conocen sus causas, es de origen desconocido por lo que será tratable, pero no curable.
Entre los factores de riesgo modificables figuran:
- Dietas malsanas (consumo excesivo de sal, dietas ricas en grasas saturadas y grasas trans e ingesta insuficiente de frutas y verduras)
- Inactividad física
- Consumo de tabaco
- Consumo de Alcohol
- Sobrepeso y obesidad

Por otro lado, existen factores de riesgo no modificables, como los antecedentes familiares de hipertensión, la edad (más de 65 años) y la concurrencia de otras enfermedades, como diabetes o nefropatías.
TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN
El tratamiento no farmacológico de la hipertensión arterial es la medida inicial básica en la mayoría de los hipertensos. Estas medidas dietéticas y de cambios en el estilo de vida son fundamentales asociadas al tratamiento farmacológico en los casos más severos.
MODIFICACIONES DIETÉTICAS
La Fundación Española del Corazón (FEC) advierte que la zona del cuerpo en la que se encuentra acumulada la grasa es un factor de riesgo cardiovascular más importante que el exceso de peso (obesidad o sobrepeso) y por ello recomienda medir el perímetro abdominal en lugar de calcular únicamente el índice de masa corporal (IMC).
La grasa acumulada alrededor de algunos de los principales órganos del cuerpo, denominada grasa visceral, promueve alteraciones del colesterol, aumento de triglicéridos, incremento del riesgo de padecer diabetes, subida de la tensión arterial y riesgo de trombosis; todos estos factores favorecen el desarrollo de enfermedad cardiovascular. Esta acumulación de grasa es consecuencia de factores genéticos, hormonales y de seguir unos hábitos de vida poco saludables como son la mala alimentación, el consumo de tabaco, el sedentarismo o el estrés.

La disminución de la ingesta calórica con la pérdida de 5 kg de peso, consigue reducir 5 mmHg la PAS.
Lleva una dieta saludable, evitando grasas saturadas, y aumentando la ingesta de frutas, verduras, legumbres y pescados.
ALCOHOL
El alcohol tiene una relación lineal con los valores de presión arterial y la prevalencia de HTA. Atenúa los efectos de fármacos antihipertensivos y es un factor de riesgo en los accidentes vasculares cerebrales. Debe limitarse la ingesta de alcohol a 30 g de etanol por día en los varones y 20 g al día en las mujeres.
MINERALES
La ingesta de sal . La reducción de la ingesta a 5 g por día reduce un promedio de 6 mmHg la presión arterial . Se recomienda que la ingestión de cloruro sódico no supere los 6 g diarios.
Existen datos de que el aporte de potasio puede ser beneficioso para el control de la HTA, siendo recomendable incluir en la dieta alimentos ricos en potasio como frutas, frutos secos, vegetales, etc.
CAFEINA
Cafeína. La cafeína produce una elevación transitoria de la presión arterial, aunque no se ha demostrado que sea un factor responsable de HTA. Su consumo debe ser restringido.
TABACO
Está demostrado el efecto pernicioso del tabaco sobre la pared vascular y su influencia en el aumento de eventos coronarios y cerebrovasculares, siendo un factor de riesgo cardio vascular independiente. Produce, además, una disminución de la vasodilatación dependiente del endotelio y un aumento agudo de la presión arterial. Es imprescindible suspender el tabaco en los pacientes hipertensos.
EJERCICIO FÍSICO
La realización de ejercicio aeróbico no intenso regular (nadar o caminar) 30-45 min 3 o 4 veces a la semana tiene efectos beneficiosos, pudiendo disminuir la presión arterial en 4-8 mmHg. Los ejercicios isométricos deben evitarse (levantar pesos). Está descrita un posible mejoría de la función endotelial
TERAPIAS DE RELAJACIÓN
El yoga, la psicoterapia etc., ayudan a la reducción de la presión arterial en hipertensos y normotensos, por lo que pueden ser recomendables en pacientes con estrés psicofísico, aunque no está demostrada su utilidad de una forma definitiva

Controla con regularidad de tensión arterial y acude a tu médico, lleva una vida activa, una dieta saludable, cuídate, tu salud es lo más valioso.
Nos ha encantado el artículo, claro y desde luego para ponerlo en práctica.
Muchas gracias
Muchas gracias, nos alegra mucho que sea de utilidad y que lo pongáis en práctica. SALUD Y VIDA!!!!