En los últimos años estamos viendo un aumento del ejercicio físico, en ocasiones preocupante. Una obsesión por la mejora de la imagen corporal, o ritmos realmente competitivos en los deportistas amateur, que conlleva a la práctica de ejercicio inapropiado, desproporcionado, sin planificación y sin supervisión profesional. Esto puede llevar a consecuencias realmente graves pues puede desarrollar «Rabdomiólisis inducida por ejercicio«, o Rabdomiólisis de esfuerzo. Es una patología que puede tener graves consecuencias, y sin embargo es fácil de prevenir.
¿Qué es la Rabdomiólisis inducida por ejercicio?
La rabdomiólisis es una enfermedad caracterizada por daño celular del músculo esquelético, donde se libera material tóxico intracelular hacia la circulación sistémica. Es un síndrome que conduce a necrosis de las células del músculo esquelético por daño muscular y de la liberación del contenido celular al torrente sanguíneo.
¿Cuáles son las causas de la Rabdomiólisis?
Podemos desarrollar una rabdomiólisis por ejercicio excesivo. El hecho de realizar un esfuerzo extremo en el entrenamiento puede ser el desencadenante de una rabdomiólisis.
Una actividad deportiva extenuante, esfuerzos extremos a los que sometemos a nuestro cuerpo, así como el uso de electroestimulación muscular global como método de entrenamiento.

Os facilitamos en enlace de pubmed de un artículo con el estudio de un caso de Rabdomiólisis tras ejercicio con chaleco de electroestimulacion.
https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27640660/
Tenemos que tener en cuanta, además, que un «esfuerzo extremo» no es el mismo para todos.

También existes otras causas que pueden desarrollar esta patología como traumáticas, isquémicas, farmacológicas, tóxicas, metabólicas o infecciosas.
Todo ello provoca un daño a las células del músculo esquelético e influyen en la integridad de la membrana plasmática (sarcolema) y conducen a la liberación de material tóxico a la circulación sistémica.
Fisiopatología de la Rabdomiólisis

El daño muscular provoca liberación de endotoxinas y citocinas en la circulación sistémica, que perpetúa la vasoconstricción, mientras que la mioglobina, que es liberada por las células musculares muertas, degrada el óxido nítrico, que es el vasodilatador endógeno más potente.
Esto conduce a la vasoconstricción renal, isquemia renal y, posteriormente, la disminución de la producción de adenosina trifosfato debido a la disminución en el suministro de oxígeno en las células tubulares renales.
Debido a la lesión renal aguda, la disfunción endotelial y la inflamación local contribuyen al daño tisular e isquemia renal, que resultan en disfunción orgánica.
En cuanto al desequilibrio electrolítico, la hiperpotasemia se agrava aún más por acidosis metabólica inducida por liberación de diversos ácidos orgánicos y disminución de las concentraciones de calcio.
El mecanismo subyacente se caracteriza por secuestro de líquidos en el músculo lesionado, induce depleción de volumen y la consiguiente activación del sistema nervioso simpático, hormona antidiurética y sistema renina-angiotensina, que favorecen la vasocontricción, retención de sal y de agua.
Manifestaciones clínicas
La triada clásica de síntomas incluye dolor muscular, debilidad y orina oscura. Las manifestaciones clínicas generales son: malestar general, fiebre, taquicardia, náusea y vómito.
Podemos sentir rigidez, calambres, hinchazón, dolor en las articulaciones o fatiga, que podemos confuncir con agujetas tras una sesión de ejercicio intenso. Pero la rabdomiólisis además, puede cursar con náuseas o vómitos, convulsiones, fiebre, y uno de los signos que mejor nos pueden ayudar a reconocerla es el color muy oscuro de nuestra orina.
Los músculos afectados con mayor frecuencia son los de la pantorrilla y la espalda baja. Los músculos pueden estar sensibles y aumentar su volumen, puede haber cambios en la piel que sugieren necrosis por presión, y dolor extremo; el dolor de las pantorrillas puede simular trombosis venosa y el de la espalda cólico renal.

Tratamiento
Lo más importante es que acudamos a un centro médico. Allí nos realizarán una analítica, y determinarán si existen concentraciones elevadas de creatina fosfocinasa. Esto podrá confirmar si se trata o no de un caso de rabdomiólisis por esfuerzo.
En caso afirmativo se trata al paciente eliminando lo más rápido posible la mioglobina de su torrente sanguíneo. Para ello realizarán una rehidratación agresiva aportando gran cantidad de líquidos con electrolitos de forma intravenosa y tomando medicamentos diuréticos que ayuden a la evacuación. Este tratamiento puede ser eficaz en pacientes con una forma leve de la enfermedad. En pacientes con acidosis metabólica severa y disfunción renal relacionada con mioglobinuria se requerirá realizar diálisis.

¿Cómo podemos prevenirla?
Ponte en manos de un profesional
Como hemos visto, la rabdomiólisis por ejercicio o de esfuerzo es una patología muy grave con fatales consecuencias, pero que podemos prevenir de manera sencilla.
El entrenamiento progresivo y con indicaciones dirigidas por profesionales son las mejores estrategias para prevenir la rabdomiólisis. De este modo evitaremos exponernos a entrenamientos extremos o para los que no estamos preparados.

Hidratación
Otra de las claves para mantenernos a salvo es cuidar nuestra hidratación antes, durante y después del entrenamiento.
Una de las causas de la rabdomiólisis es exponer al cuerpo a temperaturas extremas. Esto se puede ver provocado al entrenar con mucho calor, como en verano en las horas centrales del día, o en el segmento de la carrera en un triatlon.

Pues la ausencia de adaptación al calor, sudoración profusa, falta de reposición hidroelectrolítica adecuada y temperatura ambiental elevada pueden dar lugar a la rabdomiólisis y a una de sus complicaciones más importante: INSUFICIENCIA RENAL AGUDA.
Desde Clínica Atlas, te recomendamos que te pongas en manos de un profesional cualificado, que entrenes con sentido común para mejorar tu salud, nunca para perjudicarla, y sobre todo, que disfrutes realizando tu deporte favorito.
